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SOCIEDAD

21 de febrero de 2022

La quinta pata del gato

¿Cómo era el esquema piramidal de Zoe?

Desde la semana pasada, cuando la sede de Zoe en Villa María apareció cerrada, las advertencias sobre que allí se podía estar incubando una estafa masiva parecieron hacerse realidad. La Justicia intervino por la denuncia de tres personas que no pudieron cobrar lo que les habían prometido. Hubo varios allanamientos y detenidos.

¿Cómo funcionaba el esquema piramidal, también llamado Ponzi, aunque hay algunas diferencias entre los dos?

Tomemos el ejemplo de uno de los damnificados. Le vamos a llamar X. X puso en Zoe 2.000 dólares en agosto. Le prometieron un interés del 7,5% mensual, es decir, de 150 dólares. Y los fue cobrando. En septiembre, octubre, noviembre y diciembre cobró. Pero los 300 que cobró en septiembre y octubre, los reinvirtió. Así que en total, recuperó 300 dólares. Ya la cuota de enero no la pudo cobrar. Así que, hasta acá, perdió 1.700 dólares de los que puso.

Pero en una pirámide los inversores también pueden traer nuevos incautos y cobrar por eso. X metió en septiembre a dos familiares. Cada uno puso mil dólares. Y por eso a X le dieron un 20%, es decir, 400 dólares. O sea que en total, X puso 2.000 y recuperó 700. Claro que les hizo perder plata a sus dos familiares.

Este es el esquema base. Y, como se ve, nunca tiene futuro. La inversión propia de X sólo puede sostenerse, si Zoe conseguía negocios que le rindieran 7,5% mensual en dólares, de manera de poder pagar las cuotas de 150 y, al final, devolver además los 2.000 dólares originales que puso X. Por eso Leonardo Cositorto, el dueño de Zoe, apabullaba a sus víctimas con una ametralladora de inversiones disparatadas: desde venta de hamburguesas hasta equipos de fútbol pasando por una criptomoneda respaldadas en el oro que iba a obtener de dos minas en el norte. Algo absurdo porque la gracia de las criptomonedas es, precisamente, que no tienen un respaldo físico.

Por otra parte, el “premio” que recibía X por incorporar nuevos inversores sólo podía sostenerse si la cantidad de ingresantes al sistema se multiplicaba exponencialmente, sin parar. Ese es un esquema conocido. Vos le comprás al estafador cualquier cosa (en este caso, una promesa de ganancia) y hasta sin darte cuenta les vendés esa promesa de ganancia a nuevos asociados (puede ser tu mamá, tu hermano) que también se las tienen que vender a nuevos asociados. Y la plata se va yendo hacia arriba, al estafador original. Así, se multiplican los asociados y las promesas en cada vuelta de tuerca hasta tornarse una cantidad alucinante. En algún momento los asociados se acaban y cuando todos quieren cobrar las promesas que les hicieron, no hay a quién cobrarle.

El derrumbe de estos esquemas puede demorar más o menos tiempo. Pero es inexorable.

Fuente Cadena 3

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