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23 de abril de 2017

SE DENOMINA RENÉ BARLEY WINE

Una cerveza artesanal recuerda el paso del doctor Favaloro por Aráuz

Guillermo D. Rueda

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Enviado especial a J. Aráuz

   Si bien la elaboración de cerveza artesanal está cada vez más incorporada, Fernando Hernández le da un valor agregado con su convicción respecto de las producciones orgánicas y sustentables.

   Así entonces, los estilos van desde la miel hasta el trigo, pasando por las calabazas estadunidenses, en procura de acertar con los mejores gustos, aromas y sabores con productos de su propia huerta y de producciones locales.

   Pero ahora fue más allá.

   “Me pareció una buena idea recordar a la figura de alguien tan reconocido en Aráuz”, dijo Hernández, un licenciado en Computación (UNS), que descubrió —en 2009— que algo diferente se estaba gestando respecto del consumo de cerveza y decidió, con un grupo de amigos, hacer algo al respecto.

   “El doctor Favaloro siempre decía que había que tomar 'una copa de vino por día para la salud del corazón'. Así creamos la René Barley Wine”, agregó.

   Este estilo posee el 10% de graduación alcohólica, bastante más que una cerveza artesanal convencional y más parecida a un vino (de cebada

“Se llama cerveza de guarda y se las pude dejar en barricas. Cuando se añeja aparecen sabores a ciruelas y hasta un aroma a dulce de leche”, explicó.

   Hernández, de 34 años, tiene plantas con lúpulo orgánico, una especie clave y una vez al año elabora cerveza con este producto fresco.

   Para la cerveza del tipo calabaza agrega, a la cebada malteada en la maceración o en hervor, especies como canela, jengibre y cardamomo. Logra así un sutil aroma a zapallo. También utiliza miel de la zona, pero se logra con más graduación: 8%.

   “Las de trigo las hacemos con candeal de acá, de Aráuz. Son plantaciones que se siguen trabajando como hace 30 o 40 años, sin ningún contaminante. Son del tipo American Weed, neutras y el perfil lo dan el cereal y el lúpulo”, dijo Hernández, quien trabaja con su pareja farmacéutica Patricia Giaconi.

   Conciente de un mercado cada vez más demandante, dijo que lo más complejo no es conocer los ingredientes a utilizar, sino los procesos de elaboración. En tal sentido, un punto importante es el agua.

   “Usamos agua de red, del río Colorado, y la procesamos con filtro de partículas y carbón activado para sacar aroma, sabor y cloro, pero pronto vamos a tener un equipo de ósmosis para eliminar las sales y, luego, incorporar las que se necesitan. Excepto Bariloche, la mayoría de los lugares donde se hace cerveza el agua es mala”, contó.

“¿Por que recomendaría consumir cerveza artesanal? Es simple”, dijo Hernández.

   “Primero porque se descubren nuevos sabores y aromas, incluso algunos que jamás hubieran pensado que estaría en una cerveza. Segundo para disfrutar de tomar una bebida. La cerveza está impuesta como de consumo masivo, como si fuera un mate, y no tanto para disfrutrarse al paladar. Y tercero porque es más saludable”, sostuvo.

   También comentó que la gente está dispuesta a pagar un diferencial de precio.

   “Ya pasó con el vino. Había blanco, tinto y rosado, pero sin varietales y la gente consumía de damajuanas; le daba lo mismo. Luego surgieron variedades. Esa diversidad derivó en una mejor calidad”, contó.

   “Con la cerveza es igual. Se trata de una cultura y de aprender a degustar y apreciar un producto. Y acá va creciendo porque la gente lo demanda", manifestó.

   "A medida que uno empieza a consumir cerveza artesanal de calidad —porque también hay de las otras— y bien elaboradas, cada vez se quiere menos a la cerveza industrial. Por ahí tiene que ver con consumir menos, pero mejor. Como cualquier otro producto”, afirmó Hernández. Fuente La Nueva

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