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POLICIALES

18 de octubre de 2021

Mauro Emilio Schechtel, un macabro delincuente en su laberinto

Hoy se cumplen once años de la condena de 40 años de prisión para “el psicópata de Coronel Dorrego” por violar y prender fuego a una nena en 2008. Tendría que estar en la cárcel hasta 2048, pero podría pedir anticipadamente la libertad condicional.

 

Por Augusto Meyer / Redacción de La Brújula 24

Once años atrás, un día como hoy, tuvo su merecido castigo legal un macabro delincuente conocido como “el psicópata de Coronel Dorrego”: la justicia bahiense condenó a 40 años de prisión a Mauro Emilio Schechtel, por violar y prender fuego a una niña de 10 años.

 

El 5 de octubre de 2010 quedaba acreditado en el debate que el responsable del horroroso hecho ocurrido la tarde del 18 de junio de 2008 iba a quedar entre rejas, al menos por algunos años, en la cárcel de Saavedra.

Dos años después, El Tribunal de Casación bonaerense ratificó la pena, pero pasados 13 años del salvaje ataque la sentencia no estaba firme. Existía una inquietante posibilidad: que el delincuente pudiera recuperar la libertad en 2022, por prescripción del delito imputado.

 

En mayo de este 2021, la Corte Suprema de Justicia de la Nación trajo tranquilidad al desestimar una queja del defensor oficial de Schechtel contra el rechazo del recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley.

Por unanimidad el máximo tribunal del país confirmó la condena de 40 años para “el psicópata de Coronel Dorrego”.

Con el actual encuadre legal, seguramente Schechtel tendría otro agravante por lo que fue su conducta, y estaría acusado también de tentativa de femicidio.

¿PUEDE SALIR ANTES?

 

Aun así, ¿es posible que Mauro Schechtel recupere la libertad antes de cumplir la totalidad de la pena?

Lamentablemente hay que decir que es probable.

Al no ser considerado reincidente por uno de los jueces integrantes del Tribunal Criminal Nº 1 de Bahía Blanca, y la posterior opinión en el mismo sentido del Tribunal de Casación bonaerense, nada garantiza su permanencia en la cárcel hasta 2048, cuando cumpla 70 años y expire la sanción penal impuesta.

Con los dos tercios de la pena cumplida, entre los años 2035 y 2036, Schechtel -de actuales 42 años- estaría en condiciones de pedir la libertad condicional (Artículo 13 del Código Penal).

Claro que, para lograrlo, tendrá que demostrar buena conducta intramuros y salir airoso de informes psicológicos, sociales y criminológicos.

No hay un solo argumento que abone la posibilidad de una reinserción social de su parte.

Debería alcanzar sobradamente con lo dicho por peritos en el debate, cuando se habla de una persona “sádica y perversa” y capaz de “comprender lo que hace”.

Los estudios aseguran que Schechtel tiene un alto riesgo para la sociedad, “en particular para los menores, que son sus víctimas predilectas”.

UNA BESTIA SIN COMPASIÓN

Rocío fue abordada cuando iba en bicicleta por la avenida Presidente Perón de la ciudad de Coronel Dorrego. Se dirigía al club Independiente, donde practicaba básquet.

Schechtel, tras embestirla intencionalmente con su Renault 12, simuló auxiliarla y la subió en el auto como para llevarla al hospital, pero la trasladó hasta una zona cercana al arroyo Las Mostazas y Ruta 72. Allí la maniató y encintó, para ultrajarla. No conforme con ello la roció con combustible y la prendió fuego, y se marchó.

Con el cuerpo incandescente, quemaduras en más de la mitad de su humanidad y daños tanto físicos como psicológicos irreversibles, Rocío llegó hasta la ruta para pedir ayuda.

“Salía de Dorrego cuando a la altura del arroyo Las Mostazas veo un bulto en medio de la ruta. Era una nena, estaba semidesnuda, con las partes íntimas con sangre y quemada”, expresó en el debate Fabián Ullman, el camionero que auxilió a la nena y llamó a la policía.

UN DATO Y LA EFICACIA DE LOS INVESTIGADORES

“Los dichos de la menor a la policía, cuando ingresa en el hospital de Dorrego, fueron fundamentales: menciona el color del vehículo que la había chocado. Ese dato fue clave porque no había cámaras ni testigos de la colisión. El auto era de un anaranjado similar al de las columnas de alumbrado”, definió uno de los funcionarios judiciales que fue consultado por este redactor.

La fuente recordó que nada hizo sospechar que Schechtel estuviera siguiendo a su víctima, seleccionándola como un cazador hace con su presa.

“Todo parece indicar que fue al voleo. Aparentemente él venía de Monte (trabajaba como gasista). No se supo si iba hacia Coronel Suárez o a El Perdido, donde tiene domicilio su hermana y es donde se lo detiene”, agregó.

Hubo un trabajo eficaz, coordinado y eminentemente veloz de los responsables de la pesquisa, tanto judiciales como policiales de Bahía Blanca, Coronel Dorrego y la región.

“Con el dato que aporta la nena, el comisario de Dorrego llama por teléfono y el de Monte Hermoso confirma que un gasista que vive en Suárez, laburaba en Monte pero tenía una hermana en El Perdido. Se trabajó rápido, de noche. El Juzgado dio la orden de allanamiento en una hora y, cuando ingresan en la casa de la hermana de Schechtel, el tipo estaba lavando la ropa manchada con sangre”, precisó.

“La Policía Científica de Bahía Blanca llegó con el camión inmediatamente, se armó una caravana hasta El Perdido integrada por fiscales y ayudantes fiscales. Prácticamente todo el expediente estaba resuelto en dos horas”, concluyó el vocero.

La eficacia de la labor de los investigadores quedó plasmada en el debate, donde no existió la mínima posibilidad de impugnar alguna de las evidencias que permitieron llegar a una condena irrefutable.

CONMOVEDORES TESTIMONIOS

Mauro Sueldo declaró en el juicio por su condición de médico de policía. No le resultó fácil referirse al estado en que vio a Rocío.

“Estaba sobre una camilla, con olor a combustible. En los años que llevo como médico de policía, nunca había visto algo así, con tanta alevosía”, señaló.

No menos estremecedor fue escuchar a Eduardo, papá de la nena. De regreso a su casa con uno de sus hijos, le llamó la atención el intenso ir y venir de patrulleros.

Un policía le dijo que lo tenía que acompañar y el papá de Rocío fue, pensando que lo necesitaban como testigo.

“En la ambulancia va tu hija a Bahía Blanca”, le dijeron a poco de salir de Coronel Dorrego y, a medio camino, le confirmaron que a la nena la habían quemado.

“Llegué a Bahía sin saber con qué me iba a encontrar. Cuando la bajaron de la ambulancia fui con mucho miedo a verla y nos abrazamos”, contó Eduardo.

Con el paso de los años, por razones de estudio Rocío se mudó a Bahía Blanca, donde actualmente tiene domicilio.

Más allá que el caso fue llevado al cine, lo ocurrido quedó marcado como uno de los hechos policiales y judiciales más conmocionantes en la región.

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