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DESTINOS TURISTICOS

11 de diciembre de 2017

EL SUR ESTÁ ESPERÁNDONOS

Pingüinos mudan su colonia a Península Valdés

Abel Sanabria

Enviado especial

Los pingüinos magallánicos, que cada año rondaban el millón de ejemplares en Punta Tombo, decidieron abandonar ese santuario e instalarse en la Península Valdés, también en Chubut, lo que cambió de lugar a la mayor pingüinera del mundo y, consecuentemente, el atractivo turístico.

Ahora se instalaron en las costas de la Estancia San Lorenzo, en el extremo norte de la península, a 158 kilómetros de Puerto Madryn, donde ya comenzaron a organizar la infraestructura para recibir al turismo.

El motivo de la mudanza de la colonia es el desplazamiento de los bancos de anchoas con los que se alimentan, causado por el cambio climático, según expertos ambientalistas.

El movimiento comenzó a notarse hace algunos años, cuando comenzó a variar al número de pingüinos, pero el traslado se concretó en algún momento de los últimos meses, cuando fue notorio cómo en Punta Tombo decrecía mientas que aumentaban en San Lorenzo. 

En esta primavera, la colonia continental contó con 110.000 habitantes, cuando supo tener más de un millón, mientras que la peninsular consiguió superar los 140.000 individuos.

Bernabé Urtubey, guía de la zona, detalló que antes, los habitantes de Punta Tombo recorrían 50 kilómetros para alimentarse, pero por el desplazamiento de los bancos de anchoas en el choque de corrientes de Brasil y de Malvinas, ahora deben nadar 300 metros.

Ese fue el principal motivo de la mudanza a las playas ubicadas unos 340 kilómetros al norte, donde cuentan con el alimento cercano a sus nidos.

Así, los estancieros que no querían a los pingüinos en sus tierras, ahora alambraron las 200 hectáreas donde se instalaron, demarcaron con piedras los lugares por donde se puede caminar y convirtieron un gran tinglado para la esquilar ovejas en un comedor para un centenar de personas.

Antes, el turista tardaba casi tres horas para llegar a Punta Tombo desde Puerto Madryn y ahora llega en casi dos horas y media a la Estancia San Lorenzo. 

La diferencia es que el nuevo trayecto va por el Istmo Carlos Ameghino y pasa junto a la playa de El Doradillo, desde donde se ven ballenas seis meses al año.

La entrada a la Reserva Natural de Península Valdés cuesta 220 pesos por persona pero permite llegar a Puerto Pirámides, desde donde se hacen avistajes de ballena embarcados, desde superficie y subacuáticos.

También se pueden observar, desde la costa, lobos, elefantes marinos y orcas en Punta Norte y Punta Delgada, en tanto que desde la ruta se ven lechuzas, choiques, guanacos y zorros grises y colorados, entre otra fauna autóctona.

La llegada a la pingüinera obliga a realizar una caminata por la estepa patagónica, entre su vegetación achaparrada y así conocer especies como el falso tomillo y otras hierbas curativas y aromáticas, como la jarilla, usada para ahumar de manera inolvidable las carnes asadas.

Los pingüinos se quedan en la zona entre septiembre y marzo y esta época aún protegen a los pichones y algunos todavía empollan huevos a los que deben proteger de los depredadores terrestres y aéreos. 

Con sus nidos hechos en el suelo, por lo general bajo arbustos, pasan las horas al sol y las hembras emiten un fuerte sonido, similar a un rebuzno, cada vez que ponen un huevo, algo que en septiembre hacen los machos para llamar a las parejas.

En noviembre, el paseo es más tranquilo, aunque siempre estas aves que tienen prioridad de paso o actividad frente a los turistas, que deben evitar molestarlas o alterarlas.

La playa de la estancia no cuenta con tanta arena como Punta Tombo pero hay mucho canto rodado pequeño, y tiene una mayor caída hacia el agua lo que les permite a estos excelentes nadadores llegar más lejos con la zambullida y cruzar más rápido la rompiente.

Punta Tombo, que cuenta con una importante pasarela que protegía los pingüinos y un Centro de Interpretación muy moderno, seguirá teniendo una población importante pero la tendencia es la baja, en tanto en la Estancia San Lorenzo es creciente. Fuente La Nueva

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