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DEPORTES

18 de octubre de 2018

Juegos Olímpicos de la Juventud

El deporte argentino parece haber recuperado la esperanza, la ilusión de imaginar un futuro mejor, después del incuestionable éxito de Los Juegos Olímpicos de la Juventud Buenos Aires 2018.

Dicen que la esperanza es un combustible reciclable que enciende el motor de la ilusión cuando pasan cosas buenas, positivas, auspiciosas.

El deporte argentino parece haber recuperado la esperanza, la ilusión de imaginar un futuro mejor, después del 

incuestionable éxito de Los Juegos Olímpicos de la Juventud Buenos Aires 2018.

Durante 12 días inolvidables, respiramos olimpismo del bueno.

Un sueño concretado a partir de una planificación sensata y de un trabajo serio, que demando varios años y una gran inversión.

Los Juegos Olímpicos de la Juventud superaron todas las expectativas.

La presencia y el protagonismo de la gente fue clave para el éxito del evento.

Un público multitudinario y fervoroso llenó los estadios de cánticos y alegría.

Buenos Aires 2018 fueron los Juegos de la Juventud más convocantes de la historia con 974.414 espectadores. 

Entre ese público, más de 250 mil chicos de escuelas públicas y privadas participaron en la clínicas de iniciación deportiva.

 

Un gran acierto fue la implementación de las pulseras magnéticas, que fueron solicitadas a través de internet hasta agotarse y permitieron la entrada gratuita de la gente.

Para destacar la paciencia del público haciendo colas interminables para ver deportes poco difundidos.

Inesperadamente, los estadios y los gimnasios quedaron chicos ante tanta demanda.

Los cuatro amplios Parques deportivos, ubicados en diversos sectores: Villa Soldati, Palermo, Vicente López y Puerto Madero, marcaron distintas características entre lo verde, lo urbano, lo tecnológica y lo recreativo.

La Villa Olímpica, pudo satisfacer las necesidades de 7000 personas de 204 países, entre atletas, técnicos y auxiliares.

Durante estos días, la Villa funcionó como auténtica ciudad.

Sus 32 edificios de 8 pisos ya están preadjudicados para gente de la Comuna 8, y serán entregados en marzo del año próximo.

El primer golpe de efecto de los Juegos fue la gran ceremonia inaugural en las calles de la ciudad, en plena Avenida 9 de Julio, frente al Obelisco, ante 200 mil personas y sin incidentes.

Las instalaciones deportivas fueron modernas y funcionales.

Toda esa enorme infraestructura, más un hotel ubicado en la Villa, pasaran a manos de la Secretaria de Deportes de la Nación.

Otro factor auspicioso fue la inesperada explosión de medallas de los deportistas argentinos que lograron 11 oros.

Logros que fueron el fruto de un serio y minucioso trabajo de captación de talentos en todo el país, durante los últimos años.

Por eso es que muchos de los ganadores de medallas son del interior del interior.

Vivimos días de emociones fuertes, conociendo historias de vida y esfuerzo, disfrutando del coraje y del talento de los grandes deportistas del futuro.

Los deportes callejeros llegaron al nivel olímpico y fueron sensación.

Fue impactante el furor por el breaking, la escalada deportiva y por el Beach Handball, entre otros.

Los canales de TV cuadriplicaron sus ratings.

Entre los errores: la falta de información para el público, la escasa señalización para llegar a los parques y estadios, algo de impuntualidad en los transportes, la incomodidad de la gente que después de horas de hacer colas se encontraban con que no podían ingresar.

De todos modos, Buenos Aires superó con creces el desafío de organizar los Juegos Multideportivos más importantes de su historia.

Para que la gran inversión realizada no se convierta en un gasto inútil, deberá sostenerse en el tiempo.

Es el momento de seguir proyectando el futuro.

Es el tiempo de no abandonar lo que se hizo bien.

Que el medallero no nos tape el bosque, ni confunda el objetivo.

Que quede claro que los campeones de hoy no garantizan

medallas en los Juegos de mayores del futuro.

Debe haber un seguimiento y un apoyo permanente en su crecimiento.

La planificación, un presupuesto digno y la ayuda constante, son una necesidad para el desarrollo deportivo de estos atletas.

Habrá que aprovechar el envión para que muchos chicos, que descubrieron nuevos deportes, tengan la posibilidad de practicarlos.

Por eso el futuro es hoy.

Para eso habrá que trabajar.

Estos Juegos demostraron que se puede.

Se apagó el fuego Olímpico, pero queda encendida la esperanza.

Los Juegos nos dejan la certeza que cuando las cosas se hacen bien, la esperanza puede convertirse en realidad.  LA sobresaliente actuación de la delegación nacional se edificó con 11 preseas de oro, algo inédito para el país en el olimpismo, 10 de plata y 11 de bronce, incluyendo equipos mixtos Fuente Cadena 3

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