El campeonato estival de speedway está en el final. Este sábado, en el Parque San Esteban de Carlos Casares, se correrá la última fecha que tendrá, como siempre, presencia pampeana. 

En la categoría del medio litro, donde ha brillado Nicolás Covatti antes de volver a Europa, Eber Ampugnani surgió como una gran esperanza para el deporte no solo en la provincia sino en el país. “No sé nada de eso que se comenta sobre el Mundial sub-21 de República Checa. A mí la FEBOM no me ha comunicado nada. No me quiero hacer ilusiones, más bien tuve mis ilusiones el año pasado... igual no pierdo las esperanzas”.

Eber pasa por Santa Rosa y se encuentra con Pablo di Dino. “Con él empezamos en el 50. Después, como no le gustaba el 200, se dedicó al karting, donde le fue muy bien. Cuando compré el 500, se metió de lleno y estamos juntos de nuevo. Así son las cosas, así el destino”, le cuenta a El Araucanito El Pitufo para muchos, Eberito para toda la familia.

- El sábado en Bolívar te caíste en la final después ganar todas las series y la semi. Pero no es casual que estés arriba. ¿Cómo entendés este presente respecto del año pasado, donde solo aspirabas a hacer buenas carreras en la B?
- Es un campeonato muy diferente a otros. En lo personal estoy con otra cabeza, más frío, con otras decisiones. Pero se fueron dando las cosas, se alineó todo, mejoramos carrera tras carrera y estoy apuntando a objetivos más altos.

- ¿Por qué fue tan rápida la adaptación?
- Tiene que ver con la confianza arriba de la moto, con qué cabeza se encaran las carreras. Hay muchos factores que influyen. La toma de decisiones para una carrera y para un campeonato. Voy como visualizando las cosas, lo que veo, lo pienso y así sale.

- ¿Esa confianza te llevó a mejorar tanto?
- No sabía que iba a mejorar tan rápido, honestamente. Antes tenía la meta de correr en 500 cc A. Y cuando llegué al 500 A, mi cabeza cambió. Ya aspiraba a entrar a las semifinales y hacer buenas series. Fui agarrando otra confianza, tenía ganas de estar ahí, me quería superar yo mismo. Cuando empecé a entrar a las semis, tomé más confianza. No es fácil, hasta el día de hoy, estar ahí. Ahora la idea es entrar a las finales. Pero no encuentro explicación para lo que me está pasando. Estoy feliz por el presente.

- Has estado cada vez más cerca de Coty García, de Zubillaga, Cuello...
- Ya antes de correr sabía que iba a enfrentar en la final a Coty, Zubillaga y Cuello. Más allá de lo que pasó, en lo personal mi meta está en ponerme bien físicamente. Tengo que meter mucho gimnasio, entrenamiento en pileta, fútbol... Me tengo que superar porque me estoy dando cuenta de que debo ponerme a la altura con el físico.

- ¿Cómo entendés que funciona el conjunto? Moto, preparador, vos...
- Cada vez estoy más cómodo y más relajado arriba de la moto, de a poco nos conocemos y hay que darle amor a la moto.

- Mucha gente comenta que podés ser el argentino en el Mundial sub-21 de República Checa.
- Algunos comentarios en redes sociales hay, sí. Pero la FEBOM no me informó nada. El año pasado tenía ilusiones, pero no fui el elegido, por eso no me hago ilusiones. Somos parejos los de la categoría. Insisto que pensaba que el año pasado sí me había entusiasmado un poco.

- ¿Lo descartás?
- No, no... La esperanza nunca se pierde, pero no pienso en eso. El año pasado trataba de mirar más adelante. Miro objetivos a corto plazo ahora.

- Coty García y Nico Covatti son dos referentes. ¿Charlás con ellos?
- Sí... Fernando García hasta tuvo un gesto el año pasado al carburarme la moto y ponerla a punto. Y este año me regaló una remera de speedway que va debajo del buzo. De afuera la gente no lo ve, pero deben saberse.

- ¿Qué te proponés para lo que viene?
- La idea es terminar el campeonato de verano, tratar de hacer buenas carreras y seguir afianzando mi nivel. Además, arrancar el Invernal de la mejor manera. Pero todo cuesta y nos cuesta. Hacemos peña para recaudar, está todo muy difícil, la Municipalidad de Campos nos da una mano... Es un gran esfuerzo pero vale la pena. Fuente el Diario  El Pitufo -en la foto junto a Pablo di Dino