25 de febrero de 2017

En Islandia

beber alcohol o fumar no es moda entre los adolescentes

A finales de siglo, Islandia presentaba los niveles de consumo de alcohol y tabaco en jóvenes más altos de Europa. Veinte años después, el panorama cambió. Las cifras actuales recrean un paisaje semi idílico en el país nórdico. Los excesos casi han sido erradicados de las voluntades y los organismos de las nuevas generaciones. Las razones de este fenómeno valorizan al programa "Youth in Iceland" (juventud en Islandia, su traducción), una iniciativa que desde 1998 brega por la reducción del consumo de sustancias adictivas en la juventud.

En la actualidad, Islandia presume de estadísticas de integridad adolescente. Jura que apenas el 5% de los jóvenes entre 14 y 16 bebió alcohol el último mes, indica que solamente un 3% fuma tabaco a diario y estima que un 7% de los jóvenes consumió marihuana al menos una vez en los últimos 30 días. Estos porcentajes confrontan contra la media europea (el 47% de la población joven bebió alcohol durante el mismo período) y también comprometen los registros de América Latina: según Unicef, el 35% de los adolescentes entre 13 y 15 años asegura haber tomado alcohol en el último mes y el 17% fuma periódicamente.La transformación cultural de Islandia es respuesta a un estado de preocupación y prevención, a investigaciones profundas e integrales sobre hábitos y costumbres de los jóvenes. Cada dos años, "Youth in Iceland" realiza un mapeo en todas las escuelas del país en el que recaban información sobre sexo, condiciones económicas, características del hogar, absentismo escolar, pautas de consumo y problemas emocionales.

Jón Sígfusson, director del Centro Islandés para la Investigación y el Análisis Social, responsable de Youth in Iceland, comparó a los niños con las industrias. "Si fueras el director de una compañía farmacéutica, no lanzarías un nuevo analgésico al mercado sin haber hecho una investigación previa. Lo mismo con cualquier sector, desde la agricultura hasta las infraestructuras. ¿Por qué no va a ser así cuando se trata de niños?", respondió en diálogo con BBC Mundo. "A menudo se actúa en función de impresiones. Y esto es muy peligroso. Hay que tener información sobre las comunidades que sea fiable y a partir de ahí se pueden tomar decisiones", agregó.

La información, dijo, tiene que ser como las verduras: fresca. Las escuelas reciben un análisis y recopilación de datos de manera bimestral. Así ganan fluidez y adaptan las medidas con mayor eficiencia y gradualidad. Aunque las escuelas son sólo una parte de la dinámica social. Los informes se elevan a las comunidades y los municipios que, en cooperación con las instituciones educativas, identifican y estudian el comportamiento juvenil en relación al consumo de alcohol y drogas. El objetivo es procesar las causas, fortalecer la protección y reducir los factores de riesgo.

El director de Youth in Iceland interpretó que la principal razón del fenómeno radica en los padres: "Nada sucedió de un día para otro. Los datos nos enseñaban, por ejemplo, la gran importancia de los factores parentales". Los padres fueron notificados por el programa de jóvenes en Islandia. Les explicaron que por ser el principal actor preventivo para sus hijos, debían pasar más tiempo con ellos, apoyarlos, controlarlos y vigilarlos.

"Los responsables no son los niños, sino nosotros, los adultos. Debemos crear un entorno donde se encuentren bien y tengan la opción de llenar su tiempo con cosas actividades positivas. Esto hará que sea menos probable que empiecen a consumir sustancias", consideró Jón Sígfusson. La investigación demostró que una mayor participación en actividades extraescolares más un aumento del tiempo en compañía con los padres combatían contra la amenaza de consumir alcohol y otras sustancias.

En simultáneo, el gobierno de Islandia escoltó las consignas de Youth in Iceland con dos resoluciones alusivas. Incrementó los fondos públicos destinados a la oferta de actividades para adolescentes. Programas extraescolares como deportes, música, teatro y danza recibieron inyecciones presupuestarias para duplicar su impacto. Y decretó desde 2002 la prohibición de que toda persona menor de 16 años pueda estar sola en la calle después de las diez de la noche, salvo casos excepcionales.

El cambio cultural del país nórdico fue categórico. Lo avalan las estadísticas y la vocación de sus ejecutores. El programa Youth in Iceland fue asimilado por el resto de Europa. Lo exportaron. En diez años, más de 30 municipios europeos adoptaron al proyecto para que sus jóvenes dejen de consumir alcohol, tabaco y drogas. La solución islandesa se juró, antes, estudiarlos y entenderlos. Fuente Infobae

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