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SOCIEDAD

20 de agosto de 2018

Pidió ayuda por su hijo adicto

Pero no pudo evitar su muerte

Un hombre lanzó un desagarrador pedido de ayuda, antes del fatal descenlace. Contó que le buscó trabajo, le consiguió tratamientos y le pagó a dealers.

Se dice que la pérdida de un hijo es el mayor dolor al que puede enfrentarse un padre, es algo tan indescriptible que ni siquiera existe un término para definirlo.

Sin embargo, las circunstancias de ocurrencia de esa desaparición pueden hacer que ese sentimiento negativo sea peor, sobre todo cuando era algo que “se veía venir”, algo por lo que se pidió una ayuda que nunca llegó, como presuntamente ocurrió el último fin de semana en General Pico, donde un chico con problemas de adicciones se quitó la vida.

El pasado domingo, en una vivienda de calles 33 y 4, en el barrio El Molino, un joven de 25 años fue encontrado sin vida por su novia. En el lugar trabajó personal policial de varias dependencias y el fiscal Guillermo Komarofsky, quien poco después confirmó que se trató de un suicidio.

Si bien este tipo de incidentes lamentables no son algo fuera de lo común, en este caso hay aristas que obligan a analizarlo desde una perspectiva más profunda que la simple y trágica decisión de un chico. “Crónica de una muerte anunciada” es el título de la célebre novela de Gabriel García Marquez, que bien podría servir de título para esta nota, teniendo en cuenta el contenido de una carta que publicó en las redes sociales el padre de la víctima días antes del hecho. 

Casi premonitorio de lo que ocurriría finalmente el domingo pasado, Abel Crespo escribió la misiva dirigida al juez que intervenía en la causa de su hijo, ya que el mismo se encontraba judicializado por sus problemas con adicciones.

“Señor juez, le transmito mi preocupación sobre las consecuencias que pueden derivar producto de las adicciones que sufre mi hijo Agustín, de 25 años de edad, que pueden resultar perjudiciales para sí mismo y/o para terceros; y que no puede controlar”, expresó.

“Hace más de 10 años que, como papá, me he ocupado de Agustín. Más de una década en la que tuve que relegar aspectos de mi vida personal y laboral. En tres ocasiones estuvo internado en centros para el tratamiento de su enfermedad y ninguno de ellos resultó”, recordó con dolor.

“No es relevante que le escriba páginas para describir los motivos que impidieron que concluya los sucesivos tratamientos con éxito, y no porque carezca de argumentos. Tampoco es relevante que le describa los hechos violentos que como familia debimos afrontar, pues nadie tiene idea de lo que significa convivir con una persona adicta a las drogas (lícitas e ilícitas). Supongo también que no todos los casos son análogos frente al consumo de sustancias idénticas”, aclaró.

Lo he intentado todo, desde lo afectivo, desde lo ocupacional, rescatándolo de situaciones peligrosas a cualquier hora y en cualquier día. He pagado dinero a dealers, para que a Agustín no le pase nada. Cuando me he rehusado a pagar, los dealers me advirtieron como se arreglan las cosas cuando de drogas se trata. No he denunciado estos aprietes por temor a que les pase algo a mis hijos. Permítame pensar que en una ciudad de la envergadura de Pico el avance de las drogas requiere de complicidades desde lo institucional, y creo no pecar de ingenuo. De ahí el miedo”, explicó.

“Con mi hijo Agustín hablamos hasta el cansancio sobre lo que las drogas generan, de que es una muy buena persona cuando esta sobria y es totalmente lo contrario cuando ingiere sustancias; al punto de agredir con cuchillos, botellas, y otras situaciones traumáticas que no me las contó nadie, las viví en carne propia”, reveló.

En su carta, Abel ya advirtió que “Agustín está en la calle ‘descontrolado’, tiene acceso a drogas, posiblemente a armas, y presiento lo peor. Sé que usted ha solicitado informes al área de Salud Mental en el Hospital Centeno, pero comprenda pro favor que una cosa es un informe sobre Agustín compensado y medicado; y otra cosa totalmente distinta es Agustín en la calle, sin ningún tipo de tratamiento”.

“Señor juez, nunca me llamaron a comparecer ante usted y es por ese motivo por el que le estoy escribiendo, no tengo otra alternativa de hacerme escuchar. Comprenda que sí llega a suceder algo trágico, van a existir actores responsables que pudieron detener un hipotético desenlace fatal, que para mí es un final anunciado (quisiera equivocarme). Es angustiante para un papá escribir este último párrafo, pero es la triste realidad”, dijo en ese momento el padre de la víctima, desesperado por una ayuda que lamentablemente no llegó a tiempo.

Por último, reclamó que “Agustín necesita ser internado inmediatamente en un centro de adicciones ‘cerrado’ o ‘abierto’. En el último caso, debe existir una predisposición plausible en la comunidad terapéutica que se escoja, para el tratamiento de su enfermedad y la tan ansiada y esperada recuperación”. fuente El Diario

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