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POLICIALES

18 de febrero de 2018

EL CASO DE LAS MOCHILERAS

Eliçabe: de la cárcel al campo y del campo al mar

 Hasta el doble crimen, el apellido de Eliçabe solo se asociaba en Bahía a la industria de los combustibles, como fundadora de la Isaura. Al casco viejo del campo familiar, que lleva el nombre empresarial, en el paraje Las Oscuras, fue a vivir Eduardo Fermín, una vez que recuperó la libertad a fines de 2010.
   Allí estaban su madre Esther y su hermana Fabiana, quien regentea un emprendimiento de hospedaje rural y organización de eventos.
   Con el beneficio excarcelatorio accedió al Seguro de Capacitación y Empleo, que desde 2009 el Ministerio de Trabajo había hecho extensivo a las personas privadas de la libertad.
   Sin embargo, un año y medio después se fue de la estancia. Algunos rumores daban cuenta de que se había distanciado de su familia. Como todavía firmaba ante el Patronato de Liberados, por la condicional, notificó a la justicia su traslado.
   El 19 de junio de 2012 confirmó que se iba a vivir a Mar del Plata. Fijó domicilio en Dorrego al 2400. Hizo cursos en Prefectura Naval y se convirtió en marino mercante.
   Y a eso se dedica. Hace 4 años fue contratado por una empresa pesquera y pasa gran parte de sus días mar adentro.
   Mantiene su afiliación a la delegación Mar del Plata del Sindicato de Obreros Marítimos Unido (SOMU). Según el último padrón del gremio, en noviembre del año pasado: figura con el número 14.642, como marinero de cubierta.
   “La Nueva.” contactó a Eliçabe hace algunos días, pero no quiso hacer declaraciones formales. Solo insistió con su inocencia, al afirmar que la causa judicial “quedó en Estados Unidos y la está evaluando la Comisión Interamericana de Derechos Humanos”.
   Sí confirmó que dejó de vivir en Mar del Plata y, por razones laborales, se trasladó a Comodoro Rivadavia, justamente la ciudad que era destino de Las Mochileras, porque allí vivían -al menos hasta el momento del hecho-, María Dolores Sánchez y su familia.
   “La mayoría del tiempo la paso en Comodoro y en Ushuaia”, dijo, aunque al momento de la entrevista telefónica con este diario se encontraba en Mar del Plata. “Vengo un fin de semana o unos días y me voy de vuelta para el sur”, aclaró.
   Se le insistió por el caso y la fecha de los 20 años, pero fue tajante: “ya pasó, listo”. Aseguró mantener contacto con su familia de origen y con sus hijos y con sus amigos.
   “Estoy perfecto, sin problemas y tranquilo”, cerró.

Se vinculó con 
una periodista


   Hasta que cayó por el doble homicidio, Eliçabe llevaba una vida normal, con una familia constituida a partir del matrimonio con Adriana Gómez y una hija que para entonces tenía 13 años. Según sus vecinos, pasaba casi inadvertido. Era un hombre de hablar poco y despacio, que había sido policía a principios de los '80.
   La detención de Eliçabe conmocionó a todos. Su mujer, embarazada de 8 meses, decidió romper la relación y tuvo a su segundo hijo, Josuá, el mismo día que su exmarido entraba por primera vez en la cárcel de Villa Floresta. De hecho, le negó el apellido. El joven, que hoy está a punto de cumplir los 20, se llama Josuá Gómez.
   No se sabe si Eliçabe pudo volver a ver a sus hijos ya en prisión o después de recuperar la libertad. Sí que, al menos en un tramo de su condena, pudo rehacer su vida sentimental. 
   En el penal, no está claró en qué circunstancias, conoció a una periodista casi de su edad, Claudia Scuffi, quien al menos hace algunos años estaba radicada en la ciudad de San Martín de los Andes. Esto consta en el legajo de Ejecución 11.439 que para el 30 de diciembre de 2010 le concedió la libertad condicional, bajo la firma del juez Claudio Brun. Con ella mantuvo una relación de más de 8 años.
   También figura en la resolución un informe psicológico que destacaba algunos aspectos positivos para la reinserción del exconvicto, aunque marcaba en su comportamiento algunos indicadores de "pobreza emocional" y componentes que denotan “montantes de hostilidad y elementos de tipo destructivos, de los que se defiende para no actuarlos”.
   Hasta en las últimas entrevistas con los profesionales, antes de ganar de vuelta la calle, se manifestaba inocente, con pensamiento “acrítico”, aunque el juez explicó que no se podía castigar a alguien “por sus pensamientos o modo de vida”, en la medida que esas conductas no lesionaran bienes jurídicos ajenos. fuente La Nueva

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