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DESTINOS TURISTICOS

25 de junio de 2016

UN SHOW NATURAL SURREAL

NIEVE SALADA EN EL LAGO EPECUÉN

Uno de manifestaciones más extrañas y bellas de la naturaleza sucede en la orilla del lago Epecuén, donde nuevamente este año apareció el sulfato de sodio, una suerte de nieve salada que produce una imagén única: la de estar en la pampa bonaerense contamplando un lago con aguas esmeraldinas mientras se camina por una alfombra natural de cristales de sal. Parace otro planeta, pero por suerte queda cerca de casa.

El lago Epecuén se encuentra en la ciudad de Carhué, cabecera del Partido de Adolfo Alsina. Es la Capital Provincial del Turismo Termal. Tipica comunidad del interior provincial, la comarca se destaca por su pulcritud, sus interminables boulevares que invitan al paseo, la paz y la tranquilidad. Las aguas del lago Epecuén además son reconocidas en el mundo por tener propiedades curativas, las mismas son calentadas en piletas que se encuentran en los hoteles y bañarse en ellas es una experiencia mágica pues se produce la flotación natural

La nieve salada que se amontona en la orilla del Epecuén en realidad es sulfato de sodio, este y tantos otros minerales presentes en su composición, que después del mar Muerto es el segundo espejo de agua con mayor concentración de sal, recibe aportes de lagunas que están más arriba y que junto al Epecuén forman el Sistema de Lagunas Encadenadas. Durante miles de años desde las profundidades de su lecho se desprenden  millones de toneladas de minerales, en especial sales. Dependiendo de los ciclos hídricos, estos minerales o se diluían o se precipitaban conformando costras de cristales o “manto de sal” como se lo conocía popularmente.  Durante los años ochenta hasta los años 2000 ese proceso natural fue roto por la mano del hombre que introdujo enormes volúmenes de agua dulce. 

Sin embargo el año pasado un día el lago amaneció con su orilla blanca, para alegría de los turistas que visitan la ciudad y pudieron ser testigos de un hecho natural que se repite en muy pocos lugares en el mundo. Sucede que el sulfato de sodio se concentra y se cristaliza con la llegada del frio. Las legendarias heladas y el implacable pampero que se traslada por los campos logran dar el toque de magia natural que necesita este elemento químico para que pueda producirse, y hace unos días atrás toda la orilla del Epecuén, como antaño, volvió a mostrar una sabana blanca suave de nieve salada.

Caminar por estos cristales mientras se huele el aliento marino del lago Epecuén evoca una imagen onírica, el aire puro deja paso a la calma y en cada huella se oye el lento crujir de este manto soñado de sulfato que invita a la serenidad espiritual.Por Leandro Vesco / Fotos: Sergio Natale

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