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POLITICA

6 de septiembre de 2015

Sergio Massa

El incómodo árbitro del duelo entre Scioli y Macri

De cómo me vaya a mí dependen ambos. Los dos me necesitan vivo y muerto al mismo tiempo. Esto es así". El autor de la sentencia, Sergio Massa, la dice en privado; es probablemente la mejor síntesis de lo que está ocurriendo en las elecciones más raras de la historia argentina moderna. Es que, desde el 83 para acá, nunca hubo tres tercios irregulares -40, 30 y 20%- que llegaran de esa manera a la primera vuelta electoral.

En otro de los tantos yerros del verano de los encuestadores versión 2015 habrá que sumar el de haber intentado instalar la idea de que la elección estaba polarizada, algo que ni siquiera está verificándose en septiembre. La movida tuvo un destinatario: Massa. El problema es que Massa, con escasas posibilidades de ganar, sigue vivo y, lo que es peor, se ha convertido en el árbitro del partido. Un escenario no previsto por Mauricio Macri, pero por sobre todo por Daniel Scioli, quien mira con inquietud, preocupación y prevención las noticias que le llegan de reuniones y encuentros entre el líder del Frente Renovador y el jefe de Gobierno porteño.El noviazgo entre Macri y Massa es estrambótico, pero existe; aunque en público no pueden reconocerlo ni siquiera con el eufemismo de la farándula de "sólo somos amigos". Es que el gran capital que aporta Massa al acuerdo entre ambos es seguir siendo competitivo para mantener al menos el 20% de los votos de las PASO –el FR tiene encuestas propias que indican que en la última semana su candidato subió ese número- en la primera vuelta, reteniendo el caudal de José Manuel De la Sota y sobre todo lo conseguido en el segundo y tercer cordón del Gran Buenos Aires, en especial en la tercera sección electora

Massa funciona como un volante tapón: es verdad que le saca más votos a Macri que a nosotros, pero los que tiene nuestros son típicamente peronistas a los que PRO nunca va a llegar. Ese el problema que tenemos con Massa", explican con bastante sentido común en el campamento sciolista.

La referencia explícita es a la Tercera Sección Electoral bonaerensedonde el FpV, como ya se ha dicho, tuvo la peor elección de su historia a nivel nacional. En esa geografía –GBA oeste y sur– Massa alcanzo casi el 20% de los votos, lo que sumado al 46% de Scioli le hubiera permitido al oficialismo acercarse al tradicional 65%. Una fotografía habla por sí sola: en Berazategui, en el 2011 CFK juntó 107.000 votos; ahora Scioli llegó a 84.000 y Massa estuvo en 37.000.

El ejemplo de ese municipio no es caprichoso: Néstor Kirchner era un obsesivo de lo que ocurría allí en cada elección (en realidad era el distrito que más lo irritaba porque, a nivel local, la familia Mussi siempre consigue más votos que los gobernadores y presidentes).

¿Hasta donde llega el entendimiento entre Macri y Massa? "Es raro, es como si se hubiera dado vuelta la moneda: antes del cierre de listas nosotros reconocíamos las charlas y ellos las negaban. Ahora ellos cuentan reuniones, encuentros y cenas, supuestamente reservados y secretos y nosotros las relativizamos", dicen en el Frente Renovador.

La realidad a veces es difícil de explicar para el periodista. El massismo habla todo el tiempo con el macrismo: de hecho, hace pocos días hubo una cena clave que duro más de tres horas entre la cúpula del FR y dos enviados del macrismo que pueden hablar en nombre de Macri (los nombres quedan bajo reserva para que los comensales no comiencen a dudar unos de otros). Pero también mantiene conversaciones con el kirchnerismo. ¿Con el sciolismo? No, con el kirchnerismo.

Es que Massa tiene en el gobierno más amigos de los que uno imaginaría, al punto de ser uno de los hombres más informados de lo que pasa en la Casa Rosada y la Quinta de Olivos. Haber sido jefe de Gabinete siempre deja contactos vigentes en el teléfono, sobre todo a la hora de pensar en un enemigo en común que tienen Massa y el mundo K: Elisa Carrió.

Hay un aspecto que tanto el sciolismo como el macrismo no advierten de Massa: el líder del FR guarda el resentimiento natural de haber sido víctima de un "bullying" –como dice el propio candidato– de encuestadores y movidas mediático-políticas en su contra en el verano y durante el otoño, cuya autoría –según el massismo– fue producto de un acuerdo entre Scioli y Macri.

¿Cómo se traduce esto ahora? En que Massa va a actuar según dos parámetros: a) Crecer lo máximo posible en las elecciones del 25 de octubre para irse a boxes con un caudal importante de votos propios y B) Ayudar, pero sobre todo perjudicar a alguno de los dos candidatos que queden para el balotaje, en caso de que Scioli no gane en primera vuelta. Mientras, se va a aprovechar de la situación y sobre todo de la necesidad tanto de Scioli como de Macri. En todos los sentidos.La otra razón por la que Massa tampoco explicita su supuesta preferencia por Macri , además de la obviedad de que hacerlo ahora significaría minar su propia candidatura, es la interna VIP del Frente Renovador. La cúpula de su espacio político, en la que sobresalen Roberto Lavagna, Alberto Fernández o Felipe Soláson más antimacristas que antikirchneristas. Y Massa, conocedor como pocos de hacer equilibrio en una soga, sabe que aparecer vinculado con Macri ahora no sólo le puede generar un problema de cara al electorado, sino dentro del propio FR.

No habría que despreciar la opinión de ese círculo del VIP de Massa, porque ellos fueron los que más insistieron para que el líder del FR siguiera en la carrera presidencial e integran uno de los mayores capitales políticos del candidato: los equipos técnicos le han permitido ser el único postulante que puede darse el lujo de hacer propuestas todas las semanas.

No sólo los VIPs opinan en el FR: Mónica López aclaró, no por casualidad, que preferiría a Scioli antes que a Macri como presidente. La cruzó Graciela Camaño. Una guerra, no de ruleros sino de política pura y dura, con dos esposos sindicalistas en el medio: Alberto Roberti por un lado y el eterno Luis Barrionuevo en el otro. Es una contienda que no habría que despreciar, sobre todo si se tienen en cuenta los aportes de campaña.

En el macrismo, buena parte de sus esperanzas están depositadas en el "aguante de Massa", no sólo en el GBA y Córdoba sino también en el NOA y NEA. Están sorprendidos por la buena elección que José Manuel de la Sota hizo en Córdoba –"nunca pensamos que le podía ganar a Mauricio", admiten- y se pellizcan por tener una candidata propia competitiva en la provincia de Buenos Aires. "Si no gana ahora, María Eugenia (Vidal) va a ganar la elección de senadores nacionales del 2017 en Buenos Aires y eso va a ser un trampolín para ella y para Mauricio en el 2019", agregan.

Dato histórico: ¿quién se anotó hace tiempo para esa carrera por el senado dentro de dos años? Sergio Massa, quien especula con que una nueva victoria en la Provincia hará renacer su candidatura presidencial para el 2017. Por eso, de vuelta, nada es tan fácil de explicar en esta realidadMientras tanto, en el sciolismo están ocupados de rearmar la coalición política que acompaña tradicionalmente a un candidato peronista. "Lo que Scioli hizo fue peronizarse. Muestra a (Miguel) Bein para calmar al mundo económico y por otro se meterá en la provincia para buscar el voto propio. Es cierto que a esta altura pensábamos estar más arriba, pero es muy bueno no haber bajado con el mes negro que tuvimos después de las PASO", dicen en el FpV.

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