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SOCIEDAD

21 de julio de 2018

Bandoneones, de La Plata al mundo

Juan Pablo Fredes es el único fabricante argentino de bandoneones para niños. En su humilde taller de nuestra ciudad, realiza fuelles para “mantener vivo al tango”. Ahora, su trabajo de años, será valorado en un conservatorio de Francia

Fuelles Fredes, ubicado en la ciudad de La Plata, es un pequeño emprendimiento familiar encabezado por un hombre oriundo de Tapalqué. Juan Pablo Fredes, soñó hace muchísimos años “que todos los niños del país puedan tocar el bandoneón”, como él mismo expresa.  Ese sueño, cruzó las fronteras de nuestro país y hoy en día llegó a un lugar impensado por el propio creador. “Nos pidieron 3 bandoneones para el Conservatorio de Música de Avignon en Francia”, le contó un emocionado Fredes al diario Hoy

La ciudad de La Plata, cuenta con la única fábrica de bandoneones para niños, del país y del mundo. “Los bandoneones todos tenían tamaño para adultos y un chico que quería iniciarse en la música y con ese instrumento, no podía hacerlo porque le era imposible maniobrarlo. Uno cuando se lanza en la música, debe hacerlo de chico para poder captar más rápido e incorporar conceptos. Con el bandoneón, no se podía”, explicó Juan Pablo Fredes, responsable del taller y de la idea. Fredes soñaba con llevar el bandoneón a la escuela, al conservatorio público; con hacer miles de bandoneones, en serie, con materiales nacionales, por qué no reciclables; bandoneones baratos y livianos, para que un obrero le pueda regalar a su hijo y para que un pibe pueda manejarlo. “Todo es posible”, cuenta emocionado el hombre de Tapalqué, adoptado por la ciudad de las diagonales. 

Cruzando fronteras 

Lo imaginó cuando era un chico, lo creyó posible a los treinta y cinco, y luego de varias décadas de estudio perfeccionamientos y detalles, hizo sonar el primer fuelle. “Con mi hijo, que me ayuda en la construcción, no parábamos de saltar”, cuenta el fabricante de bandoneones para niños. 

Fue en ocasión de un festival de folklore, cuando vio por primera vez el “instrumento negro, enorme, que se estiraba y estiraba”, y quedó maravillado. Meses después, cuando cumplió nueve años, su padre, que era albañil, le compró un fuelle duro y pesado. “A partir de allí me di cuenta que era complicado de maniobrar”, confirma Juan Pablo. “Por esta razón, salvando al bandoneón salvaremos también la voz del tango. El desafío es que no se pierda”, dice, y “que más chicos tengan la posibilidad de aprender un instrumento dificultoso, a la edad en que es más fácil aprender”.

Bautizado fuelle en el Río de La Plata, el instrumento emblema del tango fue inventado por un alemán: Carl Friedrich Uhlig, y tendría a partir de 1864 su época de oro en el pueblo sajón de Carsfield. De allí saldrían los mejores instrumentos que se hayan conocido, hasta que el saldo de muertes de la Segunda Guerra Mundial forzó el cierre de la histórica fábrica. “Que hoy, tenga un pedido desde Francia es otro sueño cumplido, es tocar el cielo con las manos, es cruzar una frontera que nunca imagine cruzar. Con mi hijo, estamos felices y orgullosos”, cierra Fredes emocionado. fuente Hoy

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