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SOCIEDAD

7 de febrero de 2018

La vocación de Ana

Una mamá que se juega la vida en los incendios

Se llama Analisa. Pero todo el mundo le dice Ana. Tiene 34 años, una nena de 13, y un marido con quien comparte sus días desde hace 16 años. Su familia es nativa de Alpachiri pero ella vive en Macachín.

 

Ana es ama de casa, vive para su familia y en sus ratos libres es acompañante terapéutica. Una vida normal como la de cualquier mujer.

Pero no es cualquier mujer. Hace cuatro años que es bombero voluntario y forma parte del Cuartel 7 de Macachín. Estuvo combatiendo, entre otros, los relevantes incendios ocurridos en los campos cercanos a Parque Luro meses atrás.

“Mi marido también es bombero y estuvo trabajando a la par nuestro en los incendios a los que tuvimos que ir: amo lo que hago, le dedico mucho tiempo, trato de capacitarme en todo momento para brindar un buen servicio y nutrirme con mucho conocimiento, es muy amplio el abanico de cosas para aprender, y yo elegí lo forestal porque me encanta”, resaltó la entrevistada. 

Ana ama lo que hace. No es poco dato. Menos cuando lo que hace es arriesgar su vida para tratar de salvar las pérdidas del fuego. “Mi mamá y mi papá siempre están preocupados por saber dónde andamos, qué hacemos, los tengo con el corazón en la boca, pero es la vocación que elegí, es lo que me hace feliz, es el lugar donde me encuentro bien, es mi lugar en el mundo”, destacó.

Ana recordó una anécdota que todavia hoy retumba en su cabeza. “En el cuartel crezco como bombero, y como persona que es lo principal, y el poder darle a la gente nuestro cuidado, es muy satisfactorio. Hace poco me encontré con una señora, donde trabajamos en su campo, y me dijo gracias por no dejarlos solos. Me agarró una gran emoción, que nunca viví, me llenó el alma, con un solo gracias me llenó el alma”, rememoró. 

“Todo esto lo tenés que sentir, bombero se siente, se vive, porque si no no estás acá: cumplimos muchas horas, tenemos muchas responsabilidades”, destacó Ana.

Ella estuvo, entre otros, en un incendio ocurrido en un campo cerca de Parque Luro. “Se me cruzó de todo por la cabeza en ese momento, ver semejantes llamas, sentir el ruido, la velocidad del fuego, mirar los animales, caballos lastimados, vacas heridas, en segundos el fuego hace desastres. Y más de una vez no pensás en nada, sino te enfocás en poder apagarlos y salvar lo más que puedas”, sostuvo.

-Qué sentís cuando ves que se pierde todo?
-No es solo el fuego, sino que se pierde mucha fauna, flora, muchas cosas típicas del lugar donde crecimos, que le da vida a la provincia porque La Pampa es La Pampa por su flora y por su fauna y ver que se pierde es doloroso y triste. Estas horas y horas trabajando, caminando, con la pala, tratando de querer solucionar algo que es imposible. 

Ana habla y en sus palabras se siente la vocación a flor de piel. Sus explicaciones resuenan llenas de emoción y pasión al contar lo que hace, lo que deja de lado y lo que sufre. Deja en claro que va por más y que para hacer lo que se ama es necesario, a veces, sufrir.

“Yo voy por más, lo siento, lo quiero y quiero aportarle mucho a esta causa porque se que se puede, que todo en la vida se puede”, completó la mamá con la voz entrecortada de emoción. Fuente La Arena

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